Dilemas bioéticos comunes en la atención hospitalaria

DOI: http://dx.doi.org/10.5281/zenodo.1467740

ARTÍCULO DE REVISIÓN

 

Dilemas bioéticos comunes en la atención hospitalaria

 

Common bioethical dilemmas in hospital care

 

 

Alexander Javier Ramos Velastegui1*

Karina Daisy Urbina Aucancela1

Deysi Beatriz Borja Borja1

Gladys Vanessa Mite Cárdenas1

Lidia Noemí Corro Veloz1

Verónica Gissela Velasco Carvajal1

 

1Hospital Alfredo Noboa Montenegro. Bolívar, Ecuador.

 


RESUMEN

Introducción: La bioética es la filosofía que norma, regula y sanciona la actuación o práctica médica desde la perspectiva de la medicina como arte y ciencia sustentada en la creciente revolución tecnológica. Se espera que cada profesional y técnico de la salud en el ejercicio de la profesión realice su práctica asistencial sobre la base de los principios de la beneficencia, no la maleficencia, la justicia y la autonomía de la persona.
Objetivo: Reflexionar sobre algunos dilemas o errores éticos más frecuentes en la práctica clínica hospitalaria.
Síntesis: Algunas situaciones conflictivas en los centros hospitalarios incluyen la poca participación del paciente en las decisiones médicas durante el proceso de la enfermedad, las dificultades en la comunicación con el paciente por distorsión o mala interpretación, el uso inadecuado del interrogatorio y la sobrevaloración de los métodos diagnóstico en comparación con los métodos clínicos.
Conclusiones: El código de ética y los principios de la ética médica son universales y constituyen el lenguaje común en el concierto de todas las naciones para las prácticas de salud independientemente de que cada país posea sus propias normas, reglamentos y resoluciones que regulan o modelan la conducta profesional que, aunque no garantizan por sí solas la práctica ética de la Medicina, conforman un importante marco referencial. En la práctica asistencial diaria los profesionales muestran las competencias aprendidas durante el proceso formativo precedente y el grado de vinculación alcanzado en la esfera asistencial-laboral.

Palabras clave: atención hospitalaria; ética; dilemas bioéticos.


ABSTRACT

Introduction: Bioethics is the philosophy standardizing, regulating and punishing medical practice and performance approaching of medicine as both art and science supported by the growing technological revolution. Every health professional and technician in their professional activity is expected to perform the care practice based on the principles of goodness -not the maleficence-, justice and the autonomy of the person.
Objective: To reflect about some dilemmas or ethical errors more frequent in hospital clinical practice.
Synthesis: Some controversial situations in hospital centers include the patient's little participation in medical decisions during the disease process, difficulties in communicating with the patient due to distortion or misinterpretation of the approaches, inappropriate use of the patient interview and overvaluation of diagnostic methods compared to the clinical method.
Conclusions: The code of ethics and the principles of medical ethics are universal and constitute the common language in the concert of all nations for health practices regardless of whether each country has its own rules, regulations and resolutions that regulate or model the professional conduct, but do not guarantee by themselves the ethical practice of Medicine but they make up an important referential framework. In the daily care practice, professionals show the competences learned during the previous training process and its application in the healthcare and working scenario.

Key words: hospital care, ethics, bioethical dilemma.


 

INTRODUCCIÓN

Los principios de la ética médica son ampliamente conocidos en el ámbito de las Ciencias de la Salud. La bioética en su natural evolución está relacionada con los cambios sociales, económicos, políticos y jurídicos, así como con los derechos humanos y la democracia en ejercicio del derecho a la equidad y la libertad, razones por las cuales se insiste en el cumplimiento de las normas de conductas que regulan el comportamiento de los profesionales y técnicos de la salud para garantizar a la sociedad el respeto a la vida. Las exigencias sociales, los reglamentos nacionales, los códigos internacionales y las normativas, las técnicas y los métodos propios de las profesiones de la salud son ejemplos de los avances en la regulación de los servicios de salud y en el desempeño profesional.

La bioética es la filosofía que norma, regula y sanciona la actuación o práctica médica desde la perspectiva de la medicina como arte y ciencia sustentada en la creciente revolución tecnológica. Se espera que cada profesional y técnico de la salud en el ejercicio de la profesión realice su práctica asistencial sobre la base de los principios de la beneficencia, no de la maleficencia, de la justicia y de la autonomía de la persona, aunque se conoce que toda acción puede tener dos resultados favorables y desfavorables.

Es necesario señalar que todo acto tiene una intencionalidad y es posible que en la práctica asistencial se realicen actividades o acciones dirigidas a favorecer o alcanzar el bienestar y se obtenga el efecto contrario lo cual puede ser éticamente aceptable, pues no era la intención del profesional o técnico hasta que se demuestre lo contrario. Situaciones como estas se observan con frecuencia con los pacientes que necesitan cuidados paliativos o están en fase terminal de alguna enfermedad.

Se reconoce que, en la práctica asistencial, las actividades o acciones pueden tener dos efectos, uno beneficioso y otro perjudicial, y como principio de este doble efecto hay que diferenciar entre las consecuencias o los efectos de un acto y la intencionalidad. También se reconoce que existen situaciones extremas durante la práctica asistencial en las que solo es posible conseguir un beneficio (o evitar un perjuicio) causando un mal que no se desea. El principio de la beneficencia se pone de manifiesto en el caso de la sedación paliativa y de la sedación terminal cuando el profesional entiende que el efecto deseado debe ser aliviar el sufrimiento; y el efecto indeseado es la privación, parcial o total, de la conciencia. En el caso de los pacientes con enfermedades terminales, la muerte no puede considerarse el efecto indeseado, porque el paciente fallecerá de cualquier manera ya sea como consecuencia de la evolución de su enfermedad o de sus complicaciones.1

La tarea del equipo de salud debe estar orientada no solo a prolongar la vida de la persona enferma, sino a prolongarla con dignidad respetando la autonomía del enfermo, brindándole este paciente y a sus familiares la información necesaria y suficiente para tomar decisiones difíciles, escuchándolos para poder esclarecer sus dudas e inquietudes y ayudándolos a aliviar el dolor y la incertidumbre.1

La práctica asistencial con el desarrollo tecnológico alcanzado por las ciencias aplicada a la medicina si bien facilita el diagnóstico y el tratamiento también expone a las personas a situaciones desfavorables relacionadas con la despersonalización y el poco humanismo de la atención en salud a las personas en todo el mundo. En este sentido los profesionales y técnicos de la salud corren el riesgo de incurrir en errores durante su gestión, lo que constituye un reto ya que deben prevenirse las situaciones desfavorables relacionadas con la responsabilidad social de los practicantes ante las negligencias, la despersonalización, el poco humanismo u otras acciones que perjudican al paciente durante su atención.2

Se está en presencia de un dilema ético cuando el profesional en el ejercicio de sus funciones se enfrenta a dos o más alternativas posibles y válidas que incluyen principios y valores éticos. Este artículo pretende reflexionar sobre algunos dilemas o errores éticos más frecuentes en la práctica clínica hospitalaria.3

Es importante el estudio del tema teniendo en cuenta el creciente interés de la sociedad por prevenir los errores médicos y negligencias que pueden afectar la salud y la vida y ocasionan lesiones, traumatismos o la muerte de las personas que se acercan a los servicios de salud buscando ayuda para satisfacer sus necesidades humanas. Los errores médicos no solo afectan al enfermo, sino también a los familiares, al propio personal de salud y a la imagen que tienen los usuarios sobre la institución.

Es un indicador de calidad de la atención el hecho de que se cometan errores médicos o no en una institución. Esto está muy relacionado con la satisfacción de los pacientes con la atención recibida, aunque en ocasiones estos errores pueden negarse u ocultarse por temor a las sanciones o demandas, de ahí que sea necesario crear un sistema de registro y control de errores médicos aun cuando la cultura dentro del entorno hospitalario tiende a ocultarlos. En la misma medida en que los errores sean aceptados y reconocidos disminuirán su frecuencia y, por ende, los conflictos éticos y bioéticos.

Por una parte, los estudios sobre estos temas éticos orientan y guían hacia la propuesta de un plan de mejoras siempre que se identifiquen previamente las posibles situaciones de riesgos que favorecen que se cometan errores, negligencias y yatrogenias; aunque pueden ofrecer información para revisar las normas y regulaciones profesionales que guíen hacia la mejor actuación profesional en pos de la seguridad del paciente.4 Por otra, los estudios sobre estos temas pueden propiciar investigaciones sobre las personas que acuden a las instituciones de saud no solo desde el punto de vista individual y biológico, sino también como seres biopsicosociales y desde una perspectiva más humanista y personalizada que la que se acostumbra a tener esas personas en los centros de salud.

Estas investigaciones contribuirán a que las personas se empoderen de sus derechos y de sus problemas de salud, aprendan maneras de vivir responsablemente con su enfermedad, comprendan la relación de la práctica médica con la vida, establezcan relaciones constructivas, productivas y participativas con los miembros del equipo de salud y abandonen las posiciones de dependencia y subordinación a los médicos.

A la luz del reconocimiento jurídico de los principios éticos por parte de la sociedad, estos se convierten en un lenguaje único y universal para regular la práctica médica de todos los profesionales y técnicos,5 conocimientos que han de integrarse en los métodos y las técnicas propios de la profesión y que deben formar parte de la filosofía de vida de los profesionales en aras de lograr una estructuración más elaborada y científica de los derechos humanos y de los principios éticos como máxima expresión del respeto a la dignidad humana.

 

Conflictos más frecuentes en la práctica médica hospitalaria

Como se sabe, los profesionales de la salud se enfrentan cotidianamente a conflictos éticos, por ejemplo, la beneficencia y la autonomía, conflictos de valores, de evidencias, de ética personal y profesional, entre otros.3

El profesional debe recordar que una persona enferma no solo tiene problemas físicos o biológicos, sino también problemas psicosociales. Esa persona expresa en cada momento sus emociones, inquietudes, creencias, prejuicios, y ante situaciones que amenazan su vida movilizan la esfera psicológica para tomar decisiones que no siempre son favorables para la salud y, lejos de ayudar a resolver el problema, se transforman en fuente de estrés para el paciente y sus familiares. Este estado suele empeorar los síntomas del paciente, los agrava y propicia la aparición de complicaciones que constituyen motivo de consulta médica o el ingreso en centros de salud.

Ante una situación como esta, el profesional o técnico de la salud deberá ayudar a devolverle la salud al paciente actuando en su beneficio, salvaguardando el secreto profesional e involucrando al paciente, a la familia y a la sociedad en el cuidado y la atención a ese paciente.

Algunas situaciones conflictivas que se producen en los centros hospitalarios:

1. Poca participación del paciente en las decisiones médicas durante el proceso de su enfermedad

En este caso, las personas sin el conocimiento suficiente de las particularidades de los problemas de salud que las afectan, se someten a la decisión médica y no cuestionan la necesidad de los exámenes o las pruebas diagnósticas que les indica el especialista, hecho que viola el principio de autonomía del paciente y de sus familiares. La familia reacciona solo cuando los resultados del tratamiento médico son insatisfactorios o fatales para el enfermo, en ese caso formula una queja o reclama ante las autoridades legales o de salud para exigir una explicación.6

El principio de beneficencia o no maleficencia ayuda a comprender que las personas que acuden a los servicios de salud tienen el derecho de decidir autónomamente lo que es más conveniente y oportuno para su bienestar y felicidad, lo que implica que para tomar esa decisión también deben conocer las consecuencias que tiene para su salud y su vida tomar o no una decisión personal. A los miembros del equipo de salud le corresponde brindar la información adecuada de forma consciente y responsable.

Se reconoce que es precisamente en este contexto donde empiezan los conflictos entre médico y paciente, y los pacientes presentan quejas ético-legales para expresar su inconformidad por no ser tenida en cuenta su opinión en cuanto a la atención de salud que reciben, y reclaman su derecho a recibir información.7

Un aspecto importante que hay que considerar reside en que el consentimiento informado es un documento diseñado para organizar mejor y priorizar la atención de salud y que no se pone en práctica a pesar de que tiene un elevado valor ético-legal. El consentimiento informado faculta o no a los profesionales de la salud para realizarle determinados procedimientos a los pacientes con previa información sobre la enfermedad, los riesgos, los beneficios y las alternativas de los tratamientos, y le quita al enfermo la posibilidad de tomar decisiones consciente, inteligente y responsablemente, quien deberá contar con el apoyo del personal de salud hasta acordar los pasos a seguir y en los cuales la persona enferma se compromete a participar.

En consecuencia, la aplicación del consentimiento informado en los servicios quirúrgicos es un requisito fundamental, porque, aunque el paciente tenga una visión general de su enfermedad, no conoce el tratamiento quirúrgico ni el anestésico que se le administrará, de ahí la importancia de aplicar el consentimiento informado y brindar la información adecuada para que se puedan poner en práctica las decisiones del paciente durante el proceso quirúrgico. Se insiste en que una cosa es que el paciente autorice el acto quirúrgico sin conocer las alternativas diagnósticas o terapéuticas y otra es el consentimiento informado.8

En cualquier caso, la participación del paciente en la solución de su problema de salud es un acto que se beneficia con la aplicación del consentimiento informado, con la persuasión informada del cirujano para que el paciente pueda conocer la necesidad de cumplir las recomendaciones médicas y las consecuencias y las complicaciones que pueden derivarse de una decisión contraria a la sugerida por el profesional responsable de la atención del problema de salud.9

En una investigación realizada en la sala de terapia polivalente de un hospital clínico quirúrgico se entrevistó a pacientes, familiares y trabajadores de la salud sobre el uso y el valor del consentimiento informado. La población expresó que la información que ofrece el personal de la salud a los pacientes y familiares es poco comprensible y que los métodos para comunicarlos no favorece su comprensión. Los familiares y pacientes mencionaron que cuando se solicita información médica acerca del documento, los médicos brindan información poco detallada, incomprensible y poco clara.10 En tanto, los trabajadores entrevistados consideran que el documento en cuestión no necesita ser aplicado inmediatamente, es una herramienta secundaria que en ocasiones no se pone en práctica por la urgencia para tratar la afección.

Estos planteamientos llaman la atención sobre la necesaria preparación de todo el personal de salud en este tema por su importancia legal ante situaciones judiciales, sobre todo en aquellos casos de profesionales o técnicos que laboran con personas en estadios graves o críticos de alguna enfermedad cuyas complicaciones puede llevarlos a la muerte, y esta lamentable situación da lugar a malas interpretaciones, cuestionamientos y reclamaciones por parte de los familiares.10

Se pudiera pensar que esta actitud pueda estar relacionada con la tendencia de muchos profesionales o técnicos de la salud a proteger a los pacientes y adoptar posiciones paternalistas y obviar así el derecho de las personas a decidir sobre su salud y su vida, pero con el apoyo y la guía del profesional. También pudiera estar relacionada con el temor de los profesionales a provocar ansiedad en sus pacientes y dar lugar a que este estado influya sobre su capacidad para cooperar. Ambas actitudes deben ser superadas por el personal de la salud, ya que moralmente lo correcto es que las personas tomen sus propias decisiones sobre su salud, aun cuando no sean las que aconseja el personal médico.

La toma de decisiones es un proceso compartido y el personal de la salud debe educar a los pacientes en este procedimiento ético-legal desde el mismo momento en que llegan a las instalaciones de salud, aunque a veces estas personas se sientan incapaces de tomar esas decisiones. Es preciso evolucionar hacia una etapa superior y abandonar el monopolio del poder. Es preciso fomentar un cambio en la mentalidad del profesional y del paciente, pues los dos asumen un compromiso ético-moral desde el mismo momento en que entran en contacto para buscar el bienestar biopsicosocial y espiritual.

2. Dificultades en la comunicación con el paciente, por distorsión o mala interpretación

En algunas ocasiones dentro de los espacios asistenciales los miembros del equipo de salud, y en presencia de las personas ingresadas en la sala o de sus familiares, realizan disertaciones profesionales sobre varias afecciones que ayudan a tomar decisiones y a definir la conducta a seguir ante determinadas enfermedades; sin embargo, esto da lugar con mucha frecuencia a la confusión y al caos entre los pacientes bien por el vocabulario que se utiliza bien por la profundidad del análisis.11

Otra situación que influye en la relación médico-paciente tiene que ver con la tecnificación de los métodos diagnósticos, el uso excesivo de muchos de ellos, así como la sobrevaloración de las nuevas tecnologías y del equipamiento por parte de los profesionales, lo que ha hecho que se subvalore la aplicación de los métodos clínicos, del interrogatorio, del examen físico y del cumplimiento de la historia clínica necesarios para el diagnóstico efectivo y el tratamiento oportuno y correcto de la enfermedad del paciente.

El desarrollo tecnológico ha propiciado otras formas de ver y usar las nuevas tecnologías y esto incluye el carácter comercial y mercantil de los servicios en los cuales se emplean estos equipos, lo cual provoca un cambio en el tipo de relación entre el médico y el paciente y convierte a las personas enfermas en clientes de los servicios de salud. En este tipo de relación desaparecen el carácter afectivo y el compromiso del médico con los pacientes, quienes exigen esmero como parte de la comercialización de la atención médica, lo que trae como consecuencia el incremento del riesgo de errores y el aumento de las demandas legales.

Las personas que acuden a los servicios de salud esperan que los profesionales cumplan con un grupo de requisitos y posean cualidades que magnifiquen la imagen del profesional.12 En otro estudio realizado, los pacientes, el personal de enfermería y los médicos decidieron no decir la verdad por determinadas razones, pues lo más importante es informarle al enfermo estrictamente lo que él quiere y debe saber en el momento oportuno. Aunque los médicos declararon que desearían conocer el diagnóstico si fueran ellos los enfermos.13

Por último, la poca o ninguna información después de establecer el diagnóstico médico constituye otro inconveniente que molesta a los pacientes, quienes esperan que les expliquen su problema de salud y la conducta a seguir en lo adelante. En ocasiones, los profesionales dan información excesiva cuando el paciente se muestra muy ansioso o está inseguro y emplean un vocabulario rebuscado y técnico que más que tranquilizar al enfermo le provoca más ansiedad, miedo y preocupación.

No faltan las recriminaciones al paciente cuando no cumple disciplinadamente las indicaciones por falta de tacto del médico al comunicar el problema de salud y la gravedad. La inadecuada comunicación entre el médico y el paciente puede deberse a la poca importancia que le presta el profesional a este acto, al desconocimiento de los efectos positivos que tiene para el paciente esta relación en la esfera psicoafectiva o a los problemas personales del médico que, sin él quererlo, influyen desfavorablemente en esta relación.

3. Uso incorrecto del interrogatorio

El interrogatorio es una de las herramientas del médico para obtener información valiosa que lo ayude a diagnosticar el problema de salud del paciente. Con frecuencia los pacientes se dan cuenta del interés que les presta el profesional según el tipo de pregunta y la duración de la anamnesis, apreciación que generalmente hacen de forma intuitiva. También es frecuente que los pacientes se sientan incómodos si perciben indiscreción, prisa o despreocupación por parte del médico, lo cual influye de alguna manera en la calidad de la relación entre el profesional y el paciente. En ocasiones se abordan temas que suelen ser engorrosos para el paciente cuando están presentes otras personas y esto pone en duda la experticia y preparación del profesional.

4. Sobrevaloración de la tecnología diagnóstica sobre el uso del método clínico

El desarrollo de la telemedicina, la robótica y la informática si bien ha ayudado al hombre a solucionar algunos problemas relacionados con el diagnóstico médico, el tratamiento y el pronóstico de algunas enfermedades, también se ha alejado de los seres humanos, en particular del enfermo. La elevada especialización médica de hoy provoca el distanciamiento y la indiferencia, y no tiene en cuenta que la persona enferma necesita experimentar la solidaridad, el cuidado, el afecto, la atención y el reconocimiento aun cuando goce de buena salud. Se cree que cuando los profesionales de la medicina indican una prueba diagnóstica con equipamiento de nueva tecnología no habrá errores de diagnóstico ni de tratamiento, porque se piensa que la tecnología es infalible.14

No es correcto que el médico sobrevalore la tecnología en perjuicio del método clínico. Esta sobrevaloración de la tecnología puede dar lugar a dificultades en la aplicación del método clínico, a inseguridad o desconocimiento del profesional quien en consecuencia indicará de forma indiscriminada un sinnúmero de exámenes y pruebas diagnósticas que redundará en gastos de material de laboratorio y en abuso de las técnicas, elevará el riesgo de rotura de equipos costosos, aumentará el número de turnos para recibir el servicio lo cual acrecienta los costos de la atención médica, la exposición innecesaria de las personas a las radiaciones y a las sustancias químicas con grandes posibilidades de repeticiones de las pruebas ante falsos positivos o falsos negativos y todo esto creará la insatisfacción de los pacientes con los servicios de salud.11

Hay quienes mencionan el uso indiscriminado de los procedimientos técnicos más avanzados sin considerar los daños que muchos de ellos pueden ocasionar al enfermo, y resaltan la vigencia del método clínico, no así la de la tecnología que se vuelve obsoleta y tiene errores.15

La clínica guiará el diagnóstico16 mediante exámenes de laboratorio. Se espera que el médico durante el examen físico y el interrogatorio llegue a hipótesis diagnósticas presuntivas del problema de salud que aqueja a la persona y sobre la base de esta información primaria indique los exámenes de laboratorio necesarios y suficientes para corroborar o no la hipótesis.

Ambos métodos, la tecnología y la clínica, son útiles y necesarios, uno debe complementar al otro. El uso apropiado de los dos puede favorecer el diagnóstico temprano y oportuno de la afección lo que ayudaría al enfermo a recibir el tratamiento efectivo, a disminuir la estancia hospitalaria y a reducir el riesgo de complicaciones como exige el principio de beneficencia y no maleficencia; los procedimientos diagnósticos o terapéuticos deben favorecer el bienestar más no el daño o malestar.

Otro dilema es el aborto. Al respecto aún existen polémicas en muchos países debido a las prácticas religiosas, las costumbres y las culturas y a las implicaciones legales, pues es un delito penado por la ley, ya que se considera que se pone en peligro la vida de los niños que están por nacer. Otros países proponen que se autorice el aborto en circunstancias extremas como violaciones o ante malformaciones congénitas del feto. Por otra parte, la eugenesia es una situación ética que hay que analizar, ya que se ocupa de la búsqueda de la perfección y el mejoramiento genético humano e ignoran el respeto al patrimonio genético de la humanidad y a la dignidad de las personas.

La muerte encefálica y la eutanasia es otra cuestión ética compleja. Hay muerte encefálica cuando muere el cerebro y el cuerpo de la persona está vivo, ese es un conflicto ético que tiene que resolverse junto con la familia, puesto que los profesionales de la salud no están facultados para tomar decisiones sobre la obtención de tejidos u órganos para trasplantes, tampoco para decidir la eutanasia o muerte piadosa o por compasión con el deseo de mitigar el sufrimiento, en particular en personas con enfermedades terminales. Es una alternativa usada y aprobada por varios países, pero aun no goza de la aceptación de otros gobiernos.

Para lograr que la práctica asistencial sea ética y moralmente procedente es necesaria una formación intencionada y dirigida a este fin. Cuando estos conflictos no se resuelven o existe más de una alternativa de solución, tiene que intervenir un comité de ética o una comisión biomédica que de forma imparcial ayude a dilucidar el asunto y ofrezca la mejor respuesta sobre la base de los principios éticos.17

Cuando existen estos problemas se plantea que la combinación del estudio y el trabajo es una estrategia válida para formar profesionales de la salud, de esta forma los futuros profesionales desarrollarán habilidades para enfrentar estos conflictos y adquirirán valores como la responsabilidad,18 al mismo tiempo aprenderánn a respetar a las demás personas con las que interactuarán en el ejercicio de la profesión, es decir, en este sentido a las personas enfermas y a sus familiares, al personal asistencial, a las autoridades académicas y administrativas, así como a la normas y reglamentos institucionales.

En este proceso de formación e interacción sistemática se desarrolla el sentido de pertenencia a una institución, a un sector, a un grupo o a un equipo que ayuda a afianzar la motivación por lo que se hace o se aprende.19

Los logros en la actividad asistencial deben producir satisfacción espiritual y personal, sentimiento que gradualmente se integrará en la conciencia individual y social del futuro profesional y técnico, y se incorporará como rasgo de la personalidad profesional en el futuro.

 

Conclusiones

Los profesionales de la salud enfrentan hoy un gran desafío en el campo de los intereses económicos que se originan en la sociedad moderna que está bajo la influencia del lucro, a pesar del deber que tiene de preservar los valores éticos, morales y deontológicos de Hipócrates como interés principal en el arte de servir a los demás y conseguir el bienestar del paciente.

Si bien los valores y los principios éticos de cada profesional son el resultado de un proceso subjetivo propio o individual del desarrollo de los valores que de alguna manera están en correspondencia con el sistema de valores e intereses generales de la sociedad en su conjunto y que también dependen de las influencias educativas y culturales, las normas y los principios de la sociedad en que vive, los profesionales y los técnicos deben tener en cuenta en sus relaciones con el paciente y sus familiares el respeto al paciente y la preocupación por su bienestar e integridad física, psicológica y mental.

El comportamiento ético se basa en el sentido de la responsabilidad individual de cada profesional y técnico de la salud hacia cada paciente y en la capacidad de ambos para encontrar la forma más correcta y apropiada de satisfacer las necesidades de salud.

El código de ética y los principios de la ética médica son universales y constituyen el lenguaje común en el concierto de todas las naciones para las prácticas de salud independientemente de que cada país tenga sus propias normas, reglamentos y resoluciones que regulan o modelan la conducta profesional, aunque no garantizan por sí solas la práctica ética de la Medicina, pero conforman un importante marco referencial.

En la práctica asistencial diaria los profesionales muestran las competencias aprendidas durante el proceso formativo precedente y el grado de vinculación alcanzado en lo asistencial y laboral.

De manera que, un proceso formativo sistemático que integra la formación docente en los espacios asistenciales favorece el desarrollo de competencias para enfrentar situaciones de salud reales y donde el profesional y el técnico establezcan relaciones con el paciente de tipo horizontal, estable, cordial, respetuosa y donde la persona enferma sea vista como sujeto y no como objeto en el proceso, lo cual incluye la relación con la familia.

Por último, hay que resaltar que la formación de valores profesionales debe ser un proceso consciente, organizado e intencionado donde prime un estilo de comunicación que posibilite el diálogo abierto y sincero que coadyuve a conocer al otro y a respetarlo en aras de la comprensión mutua.

 

Conflictos de intereses

Los autores plantean que no tienen conflicto de intereses.

 

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Recibido:12/04/2018
Aprobado: 27/05/2018

 

 

Alexander Javier Ramos Velastegui. Hospital Alfredop Noboa Montenegro. Bolívar, Ecuador. Correo electrónico: ramos_alexanderj@yahoo.es

 

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