Parafraseando el adagio tan utilizado de “Publicar o Perecer” (Publish or Perish), la comunidad científica internacional se ha ido involucrando en un paradigma algo más moderno y casi paralelo a la necesidad de publicar sus resultados científicos, consistente en la necesidad de ser reconocido por otros investigadores.1
Sabemos que cada avance o descubrimiento científico es el resultado del acopio de conocimiento de muchas personas trabajando para un mismo objetivo, forma de afirmar la naturaleza del desarrollo humano.2
Los grandes éxitos alcanzados en el progreso socioeconómico se debe a la trasmisión del conocimiento entre generaciones acumulado a través del tiempo, pero esta realidad se complica cuando surge la necesidad de destacarse individualmente y ser reconocido en el complejo mundo de los colectivos científicos, con el objetivo de reclamar plazas laborales mejor remuneradas, acceder al liderazgo de investigaciones, promover de categorías científico-investigativas, entre otras.2,3
A su vez, el progreso alcanzado en la manera de medir la actividad intelectual, está relacionada con la trascendencia que logren las publicaciones de los diferentes sectores científicos, de manera que resulte útil para otros autores. Esto último es afín con los diferentes índices de medir la actividad intelectual individual, de centros de investigación, facultades y universidades.3,4
Por lo tanto el objetivo de tener una amplia producción científica ya no identifica la calidad de un investigador. Desde hace unos años, además de redactar los documentos, se hace necesario que estos aparezcan en nuevos constructos científicos certificados formando parte de sus referencias bibliográficas.5,6,7
Claro está, que el contexto actual de la ciencia no se limita a la presunción de tener que ser reconocido, pero a medida que los nuevos resultados de investigaciones se hagan más visibles por la comunidad científica, es más probable que estos lleguen a más lectores, y como consecuencia de ese “consumo” del saber, se continúe avanzando en el desarrollo científico.8,9
El ejemplo más simple de lograr identificar la actividad acreditada de un intelectual o una comunidad científica, es el conocido índice de Hirsch o índice H, y las múltiples variantes desarrolladas a partir del mismo, que hoy forman parte substancial de las almétricas.8-10
Según formulas relativamente sencilla, estos índice relacionan la obra publicada por un investigador, y las veces que sus diferentes documentos han sido citados por otros autores: a mayor índice H, más sobresaliente y reconocido será. Todo esto basado en resultados concretos y medibles, que conforman parte de una medida del impacto que el investigador tiene en su radio de acción dentro de la comunidad científica.11,12
Influyen además en el reconocimiento de la obra de un científico, las revistas escogidas para publicar, las bases de datos en que estas se encuentren alojadas, la cooperación internacional en las investigaciones, resultados positivos extendidos a la práctica clínica, entre otras;13,14 pero en esencia, el paradigma actual del reconocimiento de la ciencia está fundamentado, en la medida que aparezcan formando parte de las referencias bibliográficas de nuevas investigaciones.
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- » Recibido: 03/02/2018
- » Aceptado: 18/03/2018